«Ojalá que esto sirva para no olvidar la tragedia que deja detrás la pandemia»

30/08/2020 Diario Médico Cuarenta minutos para retratar el dolor, la tristeza y el duelo, pero también la rabia y la frustración, de los familiares y amigos de algunos de los médicos fallecidos en Madrid a causa del coronavirus. Ésa es la génesis de Vocación, el documental guionizado y dirigido por Carlos Polo Menárguez, y realizado en colaboración con el Colegio de Médicos de Madrid. Director de cine, documentalista y guionista de cine y televisión (en su último largometraje, «El Plan», ha dirigido a Antonio de la Torre y Raúl Arévalo), no lo dudó ni un segundo cuando el Icomem le eligió para hacer este homenaje… por sensibilidad social e implicación personal: es nieto, hijo, hermano y pareja de médicos, «y mientras rodaba no dejaba de pensar que mi padre podía ser uno de ellos».

 

Pregunta. ¿Con sus antecedentes familiares, imagino que es fácil sentirse implicado en un proyecto como éste?

Respuesta. En realidad, la iniciativa partió del Colegio de Médicos de Madrid, que quería hacer un vídeo de homenaje a los fallecidos por la Covid en la Comunidad de Madrid. Conocían un poco mi trabajo como documentalista, contactaron conmigo y me propusieron hacer un compendio de testimonios de familiares y amigos. A mí, la idea me pareció estupenda, pero les plantee rodarlo en formato documental, más que como una mera yuxtaposición de testimonios grabados, y hacer un formato que tuviera un pie en el homenaje y otro en el documental.

P. Más allá de la idea original, y a tenor de algunos de los testimonios que aparecen en la película, ¿el homenaje se ha revestido de un cierto componente reivindicativo, no?

R. En torno al 70% de la pieza es un retrato de los médicos fallecidos, pero es verdad que en alguno de los testimonios aflora casi inevitablemente la frustración y la crítica por aspectos como la falta de protección de los profesionales, y salen cosas elocuentes que he decidido dejar. Además, los últimos 9 ó 10 minutos reúnen las respuestas a una pregunta muy concreta que les formulamos -«¿Crees que son héroes o mártires?»-, y quizás en esas respuestas sí que puede haber un tono más reivindicativo, pero siempre desde una perspectiva más general o filosófica, sin ánimo de ahondar en motivos o razones concretas. La idea, en definitiva, era perfilar el retrato de los médicos, y esos retratos están dibujados desde la nostalgia y el cariño de sus familiares, amigos y compañeros, pero inevitablemente también hay una parte de rabia, frustración y dolor por lo que les ha pasado.

P. Imagino que recabar el testimonio de gente tan cercana a los médicos fallecidos, y hacerlo además poco después de perderlos, genera muchas situaciones emotivas…

R. Sin duda, todo el rato. Todas las entrevistas fueron muy emotivas y con situaciones de mucho dolor. Además, todas las intenté rodar en sus casas, de forma que ya llamaba a sus puertas con la sensación de que iba a entrar en un espacio privado donde, además, había mucha tristeza, duelo, dolor… Con todo, tengo que reconocer que todos ellos han sido muy valientes. Además, creo que el mero hecho de haber tenido que gestionar su dolor en un ambiente de confinamiento y obligado aislamiento ha hecho que estas entrevistas fueran una suerte de vía de escape, una posibilidad de exteriorizar su dolor en un momento en el que, quizás, no habían tenido tantas oportunidades de hacerlo con personas conocidas.

 

P. ¿Casi, casi ha tenido un efecto terapéutico, entonces?

R. Pues en cierta forma se creaba un ambiente en el que yo siempre he estado muy a gusto con ellos, y en el que no te cuesta nada empatizar con su dolor. Pero al mismo tiempo había momentos muy bonitos y, además, como entrevistador, yo escuchaba algunas de sus frases y era perfectamente consciente de que estábamos rondado un material muy, muy bueno, con mucho potencial. En cualquier caso, yo he hecho esto con la absoluta complicidad de todos los participantes; para mí, que estuvieran a gusto y contentos con el resultado final, era fundamental.

 

P. ¿Ha seguido algún criterio a la hora de montar la cinta? ¿Ha dado preferencia a los testimonios que consideraba más relevantes?

R. En absoluto. He montado los testimonios siguiendo el orden alfabético de los participantes, para no darle más importancia a unos que a otros o no ceñirme a una idea narrativa concreta. Sencillamente, les he dejado hablar. En otro proyecto, cualquier documentalista tiende a descartar las entrevistas más repetitivas para centrarse en las más expresivas o las más potentes emocionalmente; yo he mantenido todas por el afán de que el mosaico de los retratos fuera absolutamente respetuoso con todas las familias.

 

P. ¿Ha habido algún familiar o amigo que haya renunciado a participar, por pudor o porque la pérdida era aún muy reciente?

R. Sí, la familia de uno de los médicos no se vio con fuerzas para hacerlo. De hecho, mi mayor miedo al principio fue, precisamente, que la mayoría se negara. Algunos, de entrada, me dijeron que no, pero luego, poco a poco, les fui convenciendo, aunque siempre dejándoles claro que ni siquiera yo mismo sabría si me prestaría a participar en el documental de estar en su situación.

 

P. ¿Cree que el hecho de que estuviera detrás el Colegio de Médicos de Madrid ha ayudado para convencerles de la seriedad del proyecto?

R. No le quepa la menor duda. De hecho, sin el Colegio de Médicos de Madrid el proyecto no hubiera existido, literalmente; y no sólo porque ellos tuvieran la idea de hacer el homenaje, sino porque, con el aval del colegio, muchos de los participantes se sentían en buenas manos. Es más, todos los participantes han recibido llamadas personales del presidente del colegio antes de hablar conmigo, de manera que, en cierta medida, yo tenía el terreno preparado.

 

P. Y para usted, como director, ¿la presencia del Colegio de Médicos ha supuesto algún freno o cortapisa a su labor?

R. Rotundamente no, y le aseguro que no es peloteo, lo digo con total sinceridad. El colegio ha tenido el acierto de dejarme hacer lo que me ha dado la gana. Han visto los montajes y no es que no hayan hecho ninguna sugerencia, es que prácticamente ni han opinado: ni sobre el tono, ni sobre los testimonios, ni sobre la duración… He tenido, sin duda, bastante libertad.

 

P. ¿Cuál es el feedback que le ha llegado de las personas que han participado en la cinta? ¿Qué le han dicho del resultado final?

R. Eso ha sido, sin duda, lo más bonito para mí. El día que se estrenó en el Colegio de Médicos estaban presentes la mayoría de ellos y, tras la proyección, todos se acercaron y me felicitaron. No hubo ni una queja, ni una pequeña discrepancia… Yo tenía miedo de que a alguien no le gustará una foto, un cartel, alguna imagen, una frase…, pero nada, fue todo muy emocionante, de verdad. Al día siguiente recibí, además, varias llamadas y mensajes de texto en los que me decían que había sido muy importante para ellos, que había tenido un efecto sanador o les había aportado paz.

 

P. Supongo que esa reacción es el mejor aval de que había conseguido dar al documental el tono que buscaba…

R. Sí, porque creo que, en el fondo, lo que me estaban agradeciendo con esos mensajes es que el material que tenía entre manos había sido tratado con el exquisito cuidado que yo pretendía. Y además hay otro factor que quizás le quita fuerza al valor reivindicativo del que antes hablábamos o al valor documental de la cinta, pero que para mí era muy importante, y era el hecho de que todas las familias pudieran estar de acuerdo con todo lo que se dice en el documental, independientemente de que lo hayan dicho ellas o no. Estamos hablando de 14 familias, cada una diferente y con sus propias ideas, pero creo que, en el fondo, lo que las unía era el dolor por la pérdida de un ser querido.

P. Para alguien tan rodeado como usted de médicos y profesionales sanitarios, supongo que la elaboración de un trabajo como éste entraña un factor emocional añadido.

R. Sin duda. Yo veía a mi padre en cada retrato y no dejaba de pensar que podía haber sido uno de ellos. De hecho, antes incluso de terminarlo, yo les puse el documental a mis padres en un pase privado, y mi madre se emocionó mucho y le dijo a mi padre: «Fíjate, podíamos haber estado ahí». Mi padre lleva años ejerciendo como médico y mi madre es enfermera jubilada, pero durante la pandemia se ha reincorporado voluntariamente a la actividad asistencial. Durante todos estos días, estas semanas, he estado muy preocupado por ellos y les he llamado a diario. Esta cinta es, en cierta forma, mi homenaje particular, mi forma de agradecerles su inmenso trabajo.

P. Más allá del documental y educado en un entorno tan vinculado con el mundo sanitario, ¿entiende la rabia y la frustración que late estos días entre muchos de esos profesionales?

R. No sólo la entiendo sino que la comparto plenamente, porque creo que es totalmente legítima. Toda mi familia ha trabajado siempre en la sanidad pública; en mi casa siempre hemos vivido con mucha rabia el desmantelamiento del sector público, y creo que esta crisis nos ha enfrentado con las consecuencias de esa situación. Cuando veo a mis padres o a muchos de los médicos que aparecen en el documental, que han dado literalmente su vida por la sanidad pública, cualquiera que se acerque a ella con intención de desmantelarla se convierte automáticamente en un enemigo. Creo que hay pilares intocables, como la sanidad o la educación, que o los apuntalamos bien o la sociedad se desmorona, y hay que ser muy duro con las autoridades recordándoles ese principio y trabajar juntos como sociedad para defenderlo. Sin ir más lejos, me parece una absoluta vergüenza que los residentes de Madrid hayan tenido que ir a la huelga para exigir unos derechos mínimos pocos días después de dejarse la piel en la pandemia.

R. No sólo la entiendo sino que la comparto plenamente, porque creo que es totalmente legítima. Toda mi familia ha trabajado siempre en la sanidad pública; en mi casa siempre hemos vivido con mucha rabia el desmantelamiento del sector público, y creo que esta crisis nos ha enfrentado con las consecuencias de esa situación. Cuando veo a mis padres o a muchos de los médicos que aparecen en el documental, que han dado literalmente su vida por la sanidad pública, cualquiera que se acerque a ella con intención de desmantelarla se convierte automáticamente en un enemigo. Creo que hay pilares intocables, como la sanidad o la educación, que o los apuntalamos bien o la sociedad se desmorona, y hay que ser muy duro con las autoridades recordándoles ese principio y trabajar juntos como sociedad para defenderlo. Sin ir más lejos, me parece una absoluta vergüenza que los residentes de Madrid hayan tenido que ir a la huelga para exigir unos derechos mínimos pocos días después de dejarse la piel en la pandemia.

P. Documentales como el suyo nos recuerdan la gravedad de la crisis que hemos vivido y que parece que tendemos a olvidar con rapidez ¿Cree que corremos el riesgo de entrar en una fase de peligrosa relajación ciudadana?

R. No quiero pecar de alarmista, pero yo, desde el desconocimiento más absoluto, la verdad es que tengo mucho miedo, sobre todo por lo que veo en mi entorno. Tampoco quiero caer en la crítica fácil, porque entiendo que llevamos meses muy, muy complicados y, casi inevitablemente, la gente tiende a relajarse cuando ve algo de luz. Ahora bien, me preocupan varias cosas: me preocupa que no hayamos aprendido todo lo que se supone que teníamos que haber aprendido estos meses; me preocupa que no se esté reforzando la primaria, por lo que me dicen muchos médicos de este nivel, alguno de ellos en el propio documental; me preocupa la perspectiva del invierno y, personalmente, claro, me preocupa que no se pueda rodar, que no podamos trabajar…

 

P. ¿Y cree que trabajos como el suyo ayudan en esa labor de concienciación?

R. No sé si este documental va a servir para que la gente sea más prudente, se ponga la mascarilla y respete las normas, pero lo que sí debe servir es para que todos entendamos el dolor y la tragedia que ha dejado detrás esta pandemia; es demasiado pronto para que la gente salga a la calle olvidándose de eso. Confrontar ese dolor, mirarlo de frente, nos puede ayudar para saber a lo que nos enfrentamos y para intentar que nuestra conducta sea lo más apropiada posible.