9/2/2025 BioeticaWeb. El caso de la reclusa Isla Bryson (antes Adam Graham), una mujer transgénero escocesa, ha generado una intensa polémica en el Reino Unido. Bryson fue condenada por violación antes de realizar el cambio de sexo, y se encontraba en una cárcel femenina a la espera de juicio.
No obstante, no cumplirá condena en una cárcel de mujeres, tal como confirmó la primera ministra escocesa Nicola Sturgeon el pasado mes de enero.
Bryson decidió cambiar de género mientras esperaba el juicio por dos casos de violación de mujeres, en 2016 y en 2019, respectivamente, cuando era un hombre conocido como Adam Graham. En el juicio, explicó que desde los cuatro años sabía quera era transgénero, pero hasta los 29 años no empezó a hormonarse. Actualmente, ya se está hormonando y a la espera de cirugía.
No obstante, la ex mujer de Bryson afirma que el cambio de sexo solo es una “farsa” para engañar a las autoridades y no ir así a una cárcel de hombres. Además, le acusó de haber abusado de ella físicamente durante su matrimonio.
La polémica surge con la reciente aprobación de ley trans escocesa, que al igual que la española (Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans) aprobada esta misma semana por el Congreso, permite “garantizar el derecho a la identidad de género libremente manifestada” mediante un certificado sin evidencia médica.
En el caso de la ley escocesa, el primer ministro británico Rishi Sunak bloqueó las reformas de Sturgeon ante las advertencias de los legisladores de que esta reforma podría permitir a personas biológicamente hombres acceder a espacios públicos destinados solo a mujeres, contraviniendo las leyes de igualdad de Reino Unido.
La mera posibilidad de que Bryson cumpliera su condena en una cárcel de mujeres, dada su condición de mujer transgénero, encendió el debate en Reino Unido y acabó con la declaración de la ministra Sturgeon para calmar los ánimos.
Sturgeon aprovechó también para desmentir que esta decisión sugiera “ni de la manera más velada” que el colectivo trans pueda ser una amenaza para las mujeres. Sin embargo, el miedo de las reclusas parece ser el punto clave en la decisión sobre el traslado de Bryson.
Los acontecimientos han dado un giro inesperado con el anuncio de dimisión de Sturgeon esta misma semana, presumiblemente por la polémica de la ley trans escocesa, que ha debilitado la posición de la primera ministra escocesa.
Mientras Escocia y España aprueban legislaciones a favor de la libre autodeterminación de género, otros países más punteros en este ámbito están dando un paso atrás:
- Suecia ha decidido detener la terapia hormonal en menores, salvo casos excepcionales.
- Reino Unido se ha opuesto no solo a la mencionada ley escocesa, sino que el pasado año 2022 cerró la clínica de género Tavistock por la seguridad de sus pacientes y la posible demanda colectiva de más 1000 familias afectadas.
Como decía Thomas Hobbes, “el origen de todas las sociedades grandes y estables ha consistido no en una mutua buena voluntad, sino en el miedo muto de todos entre sí”. El filósofo británico lo tenía meridianamente claro: Homo homini lupus.
El caso de los presos trans es una buena muestra de ello. La única pretensión que tiene la medida de Sturgeon es evitar que esa condición de lobo tan propiamente humana aparezca de manera descarnada en las prisiones de mujeres.
Pero este no es el único caso que obliga a replantearse la cuestión del género en prisión.
En Inglaterra y Gales, ya se han detectados incidentes de violencia sexual contra presas por parte de presos transexuales. Eso ha generado un gran temor entre las reclusas que han observado el comportamiento depredador de algunos de estos presos “transicionados”.
El Dr. Matthew Maycock de la Universidad de Dundee y empleado del Servicio de Prisiones de Escocia ha realizado un estudio en 4 prisiones escocesas. En sus conclusiones, destaca que las reclusas de cárceles escocesas afirmaban que “las transiciones de las personas transgénero podrían ser un intento de los pedófilos u otros delincuentes sexuales de acceder a mujeres en la cárcel de mujeres”.
Por otra parte, la Dra. Kate Coleman, directora de Keep Prisons Single Sex dice con acierto que: “Cuando se considera que muchas mujeres en prisión tienen antecedentes de abuso sexual y violencia a manos de hombres, obligarlas a compartir alojamiento con hombres es indignante”.
La cuestión de fondo que plantean estos casos es la necesidad de preservar el respeto a la dignidad humana general por encima de la autodeterminación de género particular. Las leyes relativas a la autodeterminación de género que se han aprobado en diversos países, entre ellos Escocia y España, están generando muchas dudas y algunas realidades realmente incómodas.
La sociedad actual se parece más al Estado de Naturaleza del que hablaba Hobbes en su Leviatán, en el que imperaba la “lucha de todos contra todos”, que al de un Estado de Derecho presidido por el imperio de la ley (si es justa y proporcionada).
Las leyes de corte bioético aprobadas en los últimos tiempos tienen un sesgo ideológico demasiado marcado. Además, carecen de una reflexión y debate profundos entre todos los stakeholders implicados (colectivo trans, colectivos feministas, asociaciones de padres y alumnos, profesorado, médicos, psicólogos y un largo etcétera) para poder recoger todas las opiniones y posibles casos.
Esta nueva legislación definida, en su conjunto, por la libre “autodeterminación de género” sin más justificación que la propia voluntad dará lugar a infinidad de problemas con los que van a lidiar todo tipo de personas, y que generan interrogantes tan básicos como los siguientes:
- ¿Qué ocurrirá con la violencia de género, se convertirá en violencia intradoméstica en caso de implicar a dos mujeres, una de ellas “transgénero”? ¿Protegerá plenamente a las mujeres? Los Mossos de Esquadra están investigando por primera vez como violencia machista (feminicidio) el asesinato de una mujer trans que no había realizado el cambio registral.
- ¿Qué ocurrirá con los alumnos trans en el sistema educativo? (tipo de trato lingüístico, pronombres utilizados, cambios de nombre, uso de baños y vestuarios intersexuales, problemas psicológicos) El colectivo docente también tendrá que adaptarse a estos cambios y detectar posibles problemas. ¿Dispondrán de la información y recursos suficientes? ¿Cómo deberán tratar posibles casos de niños con disforia de género si sus padres lo desconocen todavía? ¿Tendrán que adoptar una “perspectiva de género” en la docencia?
- ¿Qué ocurrirá en los centros comerciales, bares, gimnasios o restaurantes? Tras la aprobación de estas leyes, cualquier hombre que se haya autodeterminado mujer compartirá instalaciones con el resto de las mujeres. Es posible que esta circunstancia también cree problemas de todo tipo.
- ¿Qué ocurrirá con los presos transgénero en las cárceles? ¿Se integrarán sin dudarlo en las prisiones que mejor se adapten a su identidad de género, determinada solo verbalmente ante el Registro Civil o también físicamente (transición hormonal completa)? Según el texto de la ley trans española “la población reclusa tiene derecho a ser tratada y separada conforme a su sexo registral, es decir, cuando ya ha concluido su transición”.
- ¿Qué ocurrirá con las futuras ofertas laborales, también favorecerán al colectivo trans con ofertas laborales especiales? De hecho, una entidad feminista ya ha impugnado una oferta de empleo público en Cataluña para personas transexuales, que solo exigía una declaración responsable de que el solicitante era transgénero. La inseguridad jurídica relacionada con este caso es evidente, dado que cualquiera persona podría obtener la plaza solo con decir que es trans. Esto supondría una evidente “discriminación de género”, incluso para las propias personas transgénero que realmente sufran disforia de género.
- ¿Qué ocurrirá en el deporte? El caso de la nadadora Lia Thomas el pasado año generó un intenso debate en torno a la justicia en el deporte. La Federación Internacional de Natación (FINA) de Estados Unidos impedirá participar en categorías femeninas a todas aquellas nadadoras que no hayan completado su transición antes de los 12 años. De esta manera, se pretende evitar la “injusticia” más que evidente de que el desarrollo muscular de algunos deportistas (incluso después de la transición) siga perjudicando a las mujeres.
Las respuestas son una recopilación de datos que muestran no solo la clara inseguridad jurídica de esta ley, sino su dudosa calidad ética. El compromiso con el colectivo trans y su plena integración en la sociedad no puede ser una excusa para “expoliar” recursos humanos, sociales, económicos y éticos.
La necesidad de seguridad de la que hablaba Hobbes era el principal motivo de la constitución del Estado. Actualmente, existe ese Estado, pero en forma de Leviatán agónico que ladea el rostro ante la barbarie de la injusticia. La paz, la seguridad y la tranquilidad de ánimo solo se consiguen mediante el respeto a leyes justas, ponderadas y razonadas.
La sociedad actual ya no es una distopía, sino más bien una antiutopía aderezada con discursos vacíos de contenido, que, por contentar a algunos, desprotege a otros. El colectivo transgénero merece el máximo respeto y apoyo institucionales. Por su parte, la disforia de género merece atención psicológica y médica en todos los momentos (antes, durante y tras la transición), y no solo un reconocimiento administrativo en el Registro Civil.
Pero el colectivo humano merece y necesita mucho más: el respeto de todos a la dignidad humana. El ethos del miedo a lo políticamente correcto no puede dirigir la dirección ética de una sociedad, que aspire a ser virtuosa.
La virtud ética es un hábito que se adquiere por costumbre y no así un don de la naturaleza. Por ese motivo, es necesario ejercitar comportamientos virtuosos acordes con el término medio aristotélico entre dos vicios, uno por exceso y otro, por defecto, sin dejar que las pasiones o los criterios utilitaristas presidan la toma de decisiones.
Entre dos cursos de acción extremos, respeto/vulneración de derechos de un colectivo, solo cabe una opción: un curso de acción intermedio, que demanda tiempo, diálogo y deliberación entre los stakeholders. La bioética trata precisamente de aunar cosmovisiones y de tomar decisiones deliberadas en la dirección éticamente más prudente. Es la disciplina idónea para abordar una cuestión tan delicada.
Decía Hobbes, que del miedo y la esperanza nace el contrato social. Sería necesario recordar esta máxima y renovar este “contrato social” que parece haber caducado definitivamente.